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El blanco y el azul son dos colores que han marcado la vida de Vital Alsar. Cualquiera que haya escuchado alguna vez hablar a este marino podría pensar que nos referimos a la bandera de Santander, la ciudad natal que tanto amaba. Pues allá donde iba se deshacía en elogios, honrando a Cantabria y a su España del alma. Pero Vital era un hombre que traspasaba fronteras, un ciudadano universal cargado de grandes valores y espiritualidad. En lo más alto de sus embarcaciones portaba una bandera blanca como símbolo de la paz, y en el azul del mar, mecía y filtraba dudas para luego sentir la alegría y la fuerza de Dios.

Cántabro ilustre, filósofo soñador, dedicó casi toda su vida a las expediciones por las que se le conoce en gran parte del mundo.

Aquellos que tuvimos la suerte de mantener una relación estrecha con Vital, seguimos su andadura desde las primeras expediciones en balsas, en bergantines, en galeón, o en trimarán. Siempre admirando su espíritu aventurero, la nobleza de sus ideales y la constancia infatigable en demandar la paz por encima de colores, ideologías, razas, religiones o creencias.  

Mensajero de Paz y libertad en sus expediciones, resiste tormentas y adversidades logrando siempre la armonía y concordia entre sus tripulantes de diferentes nacionalidades y credos. A este respecto nos llama poderosamente  la atención  la forma de seleccionar a las personas para esta empresa. En la de las balsas por ejemplo participan 12 hombres de 8 nacionalidades diferentes. Vital consigue que durante seis meses y con muchas situaciones de riesgo vital, nadie afloje la voluntad y todo el mundo se comporte como caballeros del mar.


Sus criterios para selección de las tripulantes se resumía en cuatro puntos muy simples pero tremendamente importantes: Que sean hombres normales; Nobleza como calidad humana; Entrega absoluta hacia la expedición; y Educación.

Además tiene una especie de decálogo que es impresionante y para muestra he aquí el primer punto: “El peligro numero uno en esta expedición somos nosotros mismos, por lo tanto cada uno tendrá como principal rival a su propio yo. Para vencerle tenemos que pensar que el resto de la tripulación es mas importante, brindando en todo momento ayuda desinteresada a cualquiera de los demás, solamente así el grupo será una pieza, proyectando esta medida sobre las balsas, será la forma de lograr que naveguen juntas, una serán tres como tres serán una”.

¡Qué ejemplo para muchos proyectos , empresas o colectivos, como los responsables de organizaciones políticas o sociales!

Ciudadano del mundo, a cuyo amor por la mar se le unía el magnetismo especial de una personalidad arrolladora, una vitalidad que hacía honor a su nombre, un mensaje intercultural e intergeneracional que ha dejado una huella profunda en miles de personas. Haciendo soñar en grande y en azul a niños y mayores allá donde iba. Inspirando con sus gestas en cada puerto en que recalaba, o desde el mismísimo océano, su escenario más querido.   

Su amor por la naturaleza, su eterno optimismo y juventud, hizo que también compartiese preseas ecológicas con su amigo Philippe Cousteau, o se embarcase más recientemente en proyectos para ayudar a la protección de los océanos y sus costas como embajador de honor en Surf & Nature Alliance.

El esfuerzo, la tenacidad y el coraje de este trabajador infatigable logra convertir muchos de sus sueños en realidad, e incluso sin proponérselo, logra récords mundiales de navegación superando retos aparentemente imposibles.

Comprendemos  la admiración que nuestros antepasados griegos sentían hacia sus héroes, mitad hombres, mitad dioses que cabalgando entre la tierra y el Parnaso iluminaban las mentes de los humanos con sus hazañas y cualidades sobrehumanas. Quizá tengan su correlato en nuestro caso, con la admiración que despierta Vital en los que hemos compartido su amistad o convivido bajo su liderazgo cargado de experiencias y conocimientos, inspirando a su gente y derrochando siempre un torrente de energía y simpatía. 

Fue sin duda, una persona ejemplar e inolvidable. Su forma de afrontar y vencer los retos aparentemente imposibles, los obstáculos naturales y las zancadillas humanas; Su fe inquebrantable en sus ideales que parecen transformar la utopía en realidad; nos muestran un camino a seguir. Pues aunque nunca logremos alcanzar esas metas irrepetibles, perseguirlas de este modo nos ayuda a vivir.

Pensamos que sus motivaciones profundas, su mensaje, y sus hazañas, constituyen no solo un gran legado al patrimonio de Cantabria y especialmente al de su patria chica, Santander, su cuna y destino de varias expediciones, sino también un patrimonio espiritual a la humanidad. Reconocer y  perpetuar su memoria nos honrará sin duda y recompensará ampliamente.

Gracias por todo Vital. Ahora creemos más en la unión de los pueblos y en sus culturas, en los niños como mensajeros de amor y Paz. Creemos más en los imposibles, en los ¿por qué no?, en la valentía del hombre, en los proyectos descabellados, en el arte de vivir con ideales, en nosotros y en la mar que nos une.  Ahora creemos más en la bondad y el respeto hacia los demás y hacia uno mismo. En el dios del viento, del sol y de los hombres, en nuestra unidad como especie.

Tu vida plena y esa energía más que contagiosa; tu amor y cariño incondicional, y tantos buenos momentos vividos o navegados a tu lado, nos han hecho disfrutar de tu amistad como una de las mayores loterías que nos hubiera podido tocar en la vida.

En tu nueva singladura dejas una estela de paz y de amor que perdurará en nosotros y en generaciones venideras.

¡Hasta siempre, VITAL!

Firmado:

Jesús Ceballos Campo – Presidente Emérito y Vitalicio

Daniel Casanova Rituerto

Javier Cantera López

Marina Alsar Ramirez

Konstantinos Trezos

Juan José Aguntegui Rodriguez

Jesús María Gómez Jiménez

Eduardo González Mesones

Santiago Villaverde Rivero

Javier Cantera Gómez – Presidente

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