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En el cincuenta aniversario del viaje en balsa más largo de la historia celebramos la llegada a Australia de la expedición LA BALSA, comandada por el español Vital Alsar y con una tripulación de tres hombres, tres loros y dos gatos, bajo una bandera blanca con un mensaje de paz.

Contra todo pronóstico científico cruzó el Pacífico y demostró que las migraciones fueron factibles de Oeste a Este del globo.

Atravesaron más de 15.000 km desde Ecuador hasta Australia durante seis meses de navegación, sorteando tormentas, con las provisiones agotadas, un transmisor de radio roto y consiguiendo un nuevo record mundial sin proponérselo.

Demostró que La Balsa, construida de manera sostenible por ellos mismos al uso de las utilizadas por los indígenas huancavilcas, era tan capaz de cruzar el océano como un trasatlántico.                          

Este jueves 5 de noviembre, se cumplen 50 años del arribo de la expedición “La Balsa” al Puerto de Mooloolaba, en la costa oriental de Australia, habiendo zarpado del Puerto Marítimo de Guayaquil, Ecuador el 29 de mayo de 1970.

La expedición se convirtió, en su momento, en el viaje en balsa más largo de la historia, gesta que marcó un hito en los anales de la navegación por las condiciones de la travesía del Océano Pacífico: 8,565 millas náuticas (15,862 Km), recorridas en 161 días, sobre una embarcación construida con 7 troncos de madera de balsa, lianas, sin utilizar ni un solo elemento metálico, a la usanza de la cultura manteño – huancavilca de la costa ecuatoriana.

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Esta expedición de “La Balsa”, era la culminación de la experiencia inicial obtenida en la balsa “La Pacífica” en 1966, la cual naufragó tras 143 días de navegación, cuando ésta comenzó a perder flotabilidad al ser atacada la madera por el gusano teredo. Estudios y análisis efectuados sobre esta situación, permitieron determinar errores en los tiempos y condiciones lunares recomendadas para el corte de los troncos de la madera balsa.

La entereza y tenacidad que le caracterizaban a Vital, entre otros de los rasgos de su personalidad, le permitieron reiniciar con mayor ímpetu y cuidado el reto que se había planteado y los propósitos de tan magno acontecimiento, poniendo manos a la obra en el nuevo proyecto de “La Balsa”. 

Los diversos problemas inherentes a las condiciones de navegación, en esta larga y peligrosa travesía, no solo incidían y afectaban a la embarcación sino también, y de manera muy importante, a la parte física y emocional de los tripulantes, que en momentos rozaban los límites de sus fuerzas.

El esfuerzo, entusiasmo y espíritu de grupo, demostraron la capacidad de supervivencia del ser humano en condiciones de náufrago. El éxito de la expedición evidenciaba la teoría sobre la posibilidad de que los archipiélagos e islas del Pacífico Sur hubieran sido poblados por nativos procedentes de las costas occidentales de América del Sur. 

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“La fe es la barca pero sólo los remos de la voluntad la llevan” Vital Alsar  

En la foto (de izquierda a derecha) la tripulación de “La Balsa” :

  • Norman Tetreault, Canadá.
  • Gabriel Salas, Chile.
  • Vital Alsar, España, capitán y líder de la expedición. 
  • Marc Modena, Francia.                                                                                                                 

“La Balsa” superó los pronósticos de los historiadores y estudiosos de la materia, respecto a las  situaciones adversas que conlleva acometer una empresa de esta naturaleza, como es la travesía del Océano Pacífico en una embarcación primitiva. 

Esta expedición fue un gran paso para la promoción y realización de otros viajes e investigaciones sobre este apasionante campo de la antropología y de la historia.

Por lo que corresponde a las inquietudes y proyectos de Vital, con el grupo de amigos que le brindaron su apoyo incondicional así como con los futuros  tripulantes de otras embarcaciones, se dará vida a una serie de nuevas expediciones, que tendrían siempre como distintivo una bandera blanca como símbolo y mensaje de Paz, el respeto del hombre por la naturaleza, la promoción y el reconocimiento de los valores que hermanen a los seres humanos para una mejor convivencia, que trasciendan a las nuevas generaciones.

Texto: Jorge L. Riveros Miranda (Tripulante de la expedición“El Hombre y la Mar” en 1978) y Javier Cantera Gómez (Tripulante del Zamná)

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